Los diferentes diseños de los sistemas pensionales en América Latina y el Caribe hacen que el estudio de sus características y consecuencias sea complejo. No obstante, la evaluación de la sostenibilidad y calidad de las pensiones en la región es cada vez más importante dadas las implicaciones que tienen sobre la calidad de vida de una proporción de la población que cada vez se vuelve más importante: los adultos mayores. Asimismo, en algunos países han comenzado a ser evidentes las preocupaciones sobre la sostenibilidad financiera de estos sistemas, toda vez que empiezan a consumir una parte importante de los presupuestos anuales de los gobiernos. En este sentido, el documento “Presente y Futuro de las Pensiones en América Latina y el Caribe” del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) analiza 34 sistemas pensionales en 24 países con el fin de aportar a la comparación transparente de los aspectos más importantes en el diseño de los mismos en la región.
El análisis realizado por Altamirano et al. (2018) es sin duda una gran contribución a la evaluación y comparación de los sistemas pensionales en la región. En general, los indicadores propuestos por los autores hacen evidentes los principales problemas que tienen las pensiones en la región, como, por ejemplo, la regresividad de los subsidios que se otorgan en los sistemas de beneficio definido (en términos monetarios) y los efectos negativos sobre los trabajadores que tienen bajas densidades de contribución. Como consecuencia, en varios países, estas personas terminan asumiendo un impuesto puro ante la imposibilidad de cumplir con las condiciones mínimas para acceder a una pensión de vejez.
No obstante, consideramos que hay algunos aspectos que pueden estar sujetos a modificaciones para que el escenario hipotético que proponen los autores pueda contribuir aún más a una comparación clara y transparente de los beneficios que otorgan los diferentes tipos de sistemas pensionales de la región, específicamente para concluir sobre las diferencias entre los sistemas de contribución definida (CD) y de beneficio definido (BD). Estos aspectos incluyen una revisión de los supuestos de crecimiento real de los salarios y de rentabilidad real de los sistemas de CD, los cuales tienen un impacto directo sobre los resultados obtenidos para los tres indicadores propuestos.Asimismo, consideramos que es necesario calcular y comparar los indicadores expuestos en el documento bajo escenarios más cercanos a la realidad de los trabajadores de la región, principalmente asumiendo densidades de contribución menores al 100%. Esta última recomendación va en línea con lo anotado por los autores, en tanto que reconocen que “la densidad de contribución es quizás el factor más determinante para nuestros indicadores.”